LA LUNA Y LA ROSA:

Le dijo la luna a la rosa:

¡OH! Tú tan esbelta y olorosa.

Estrella, de cualquier bello jardín,

la de pétalo de fuego, sinuosa

Te crees tú La mas hermosa,

la mas sublime entre las flores

la que resplandece entre el verde,

¡aquella preferida por las mujeres!.


¡OH! Tú, tan altiva y prominente

la de dulce fragancia, la perfecta,

la de pétalos de seda y terciopelo,

la que extiende sus alas mirando al cielo.


Acuérdate que no todo en ti es dulce

pues de espinas es tu cuerpo

y tu cama el tallo quebrado, es muy espeso

y cuando marchitas desnuda toda tu alma;

piensa que en un jardín hay muchas flores

que sueltan gran olor y dulce fragancia.

¡No solo existes tu!.

¡OH, Prescindible!

…a pesar que te crees la reina de la elegancia.


La rosa miró la luna y así le dijo:

¿Qué vienes tu ha decirme luna de plata?

Tú, piensas que yo soy mala, porque soy bella

y crees que soy tu rival como doncella.

Tú también luna grande tienes quebranto,

pues lloras y lloras en silencio por tu tesoro

que guardas cada mañana,

cuando te pones vestida de seda escarlata,

llamando al sol de tus pasiones.

¡Le amas y no lo ves!

¡OH, desdichada!

Pues siempre que tu apareces.... él se esconde.

Hace tiempo que lo extrañas y te arrebata.

Pues sueñas con su fulgor que lo delata.

¡Atiende preciosa luna!

y dile tú al viento que le diga al dulce sol,

cuanto lo extrañas

y deja que yo florezca con mis defectos

… y sígueme iluminando,

hasta que llegue mi amante en el alba,

YEXHUA: al deseo gloria en arrebatamiento

Poético, el embrujo de los anhelos humanos ¡¡

¡ Ay, melosas doncellas, que la llama del sol os arrebata;

como un cuerpo que desgarra vuestras almas!.

Pero el amor hilara el silencio en los eternos secretos

La noche desprenderá sus fragantes aromas

Despertando su profunda alma que vive en la rosa de la noche;

Para dar paso al horizonte donde el amor palpita en el silente sueño

Que abre la estrella de la mañana¡¡

He aquí el telar de los deseos en el sabor profanado ama con voz abierta

Ardiente es su audaz deseo como la gloria del alma,





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